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Glaucoma Congénito
El glaucoma congénito es un conjunto de enfermedades caracterizadas por la existencia de anomalías que provocan un aumento de la presión interna del ojo, dañando al nervio óptico, órgano encargado de transmitir la información visual al cerebro, y que se suele dar en los primeros meses de vida del niño o en la primera infancia (antes de los tres años). En ocasiones está ya presente desde el nacimiento. El glaucoma congénito tardío o juvenil se manifiesta a partir de los 3 años de edad y hasta la adolescencia, y es la forma menos frecuente.
La mayoría de los casos de glaucoma congénito primario son esporádicos (80-90%). Aproximadamente, en e 10% de los casos, la herencia es autosómica recesiva con penetrancia incompleta, lo que quiere decir que se precisa la presencia del gen en ambos progenitores (portadores) para que se exprese la enfermedad y aun así, el grado de expresión puede ser variable.
Tratamiento
El tratamiento es quirúrgico y el realizarlo a tiempo es fundamental para preservar la visión. Es muy frecuente tener que realizar varias intervenciones hasta que se consigue el control de la tensión. Son varias las intervenciones que pueden realizarse y depende de cada caso. Siempre que se pueda y la transparencia corneal lo permita, se suele empezar con goniotomías, para liberar el ángulo de la cámara anterior del ojo que se encuentra ocupado por tejido embrionario con un instrumento denominado goniotomo. Se pueden realizar hasta 3, si se precisa para conseguir un adecuado control tensional, antes de realizar una trabeculectomía, que es el procedimiento que se utiliza habitualmente para el tratamiento del glaucoma crónico simple del adulto. En el caso de que el edema corneal no permita visualizar las estructuras del ángulo para poder realizar una goniotomía, se realizará una trabeculectomía como primera intervención, pudiendo realizarse goniotomías posteriormente si la córnea se aclara tras la trabeculectomía, y si la bajada de presión con la misma no hubiera sido suficiente. El objetivo del tratamiento es conseguir presiones oculares aceptables, de forma que no se dañe el nervio óptico, con el mínimo tratamiento médico posible. En los casos más rebeldes, a veces hay que recurrir a la colocación de dispositivos de drenaje (válvulas).
Los pacientes deben ser revisados muy de cerca durante toda su vida por un oftalmólogo experto en glaucoma congénito, pues son casos poco frecuentes y que precisan de una experiencia acumulada importante para un correcto control de la enfermedad.